Las botas camperas y su historia

La bota campera está en los zapatos lo que Harley Davidson está en la motocicleta, mucho más que un complemento de moda, un mito verdadero. Es un artesano zapatero de El Paso (texas), Tony Lama, quien habría creado en los años 1910 el modelo original americano, inspirado por las botas de jinetes ingleses y españoles del siglo XVI. El nombre campera provendría de la ciudad de Santiago.

Se trata de una bota alta al final puntiaguda y levantada, totalmente de cuero, más o menos decoradas y a los talones biselados(señalados) que pueden recibir espuelas, este accesorio del jinete al que permite él dirigir su montura. Inclinado para atrás para retener una bestia con su lazo, el talón inclinado de 45 ° le ofrecía una mejor toma al suelo porque las botas camperas, o das un botas western, primero son privativos vaqueros. Es el aumento del precio de la carne que les permitió equiparse de botas de mejor calidad pero tan condecoradas.

Si la mayoría de las botas camperas son fabricadas a partir de cuero de vaqueta, encontramos de allí también en piel de lagarto, de cocodrilo o de serpiente. El talón de una altura de cerca de tres o cuatro centímetros originalmente está constituido por laminillas de cuero pegadas entre ellas. La altura del tallo puede variar, los más bajos son llamados Roper, al final a veces redondeado. Existen siempre unos artesanos que fabrican botas camperas pero la mayoría es industrial y producida en México. Hasta existen unos accesorios para adornar sus camperas: apuntar en metal más o menos decoradas por grabados, torre de botas de cuero y cadeneas recordando las espuelas o todavía protege tacón en metal.

En Europa, encontramos una bota de jinete bastante próximo al nivel del estilo, el camargués, la mayoría de las veces en piel devuelta, al final menos puntiagudo y al tacón menos biselado que la bota campera.

Hoy, las botas camperas se hicieron el símbolo del gran oeste americano y son llevadas por los motoristas, los partidarios de música country o de rock n roll. Más bien viriles, gentil femenino acabó por apoderarse también de botas camperas para constituirse un aspecto totalmente vaquero o amerindio.